Hoy es domingo, 21 de julio de 2024, y son las 20:30. Estamos aquí en Ñuñoa, en el piso 8 del edificio ubicado en calle Pucará 5535. Para mí, este momento en la vida es mi presente, y cada letra que escribo en esta carta representa los segundos que pasan y quedan en el pasado. Tengo 31 años, y apenas puedo asimilar mi edad. Recuerdo, no hace mucho, cuando era joven, tal vez incluso de la misma edad que tú tendrás cuando logres entender este mensaje a la perfección y el sentimiento que estoy plasmando aquí.
La vida es bella, hija, en todas sus dimensiones, tanto buenas como malas. Hace poco salí a pasear a Apolo y Odin, nuestras mascotas. Es algo rutinario y puede parecer una pérdida de tiempo, pero para mí, ahí radica la belleza, en lo cotidiano. Al sentarme y verlos jugar, descansar y ser felices, me doy cuenta de que, aunque no lo digan, sé que en el fondo están agradecidos. Por eso, te invito a siempre ver lo bueno en todo. Es mejor ver el vaso medio lleno siempre, quizá sea lo único que, en exceso, es lo mejor.
Si sientes que todo va mal, tranquila. Como dice la canción, si diste lo mejor de ti pero aun así no lo lograste, tranquila, no perdiste. Ganaste experiencia, momentos, vida y herramientas que podrás utilizar siempre porque serán parte de ti. Siéntete orgullosa por intentarlo, porque siempre será mejor decir "al menos lo intenté" que preguntarse "¿qué hubiera pasado si?".
Por eso, hija, cuando puedas, recuerda respirar hondo y relajar tu cuerpo. Vive tu presente, respira y agradece cada segundo que pasa en este preciso momento, porque existes en ti misma, en tu madre, en mí y en el resto de las personas y animalitos a los que les estés entregando tus segundos de vida.
Y solo por esto, sabrás que todo lo que desees, aunque parezca muy lejano e inalcanzable, lo lograrás, sobre todo cuando sea para hacerte sentir tú misma.
Vive un minuto a la vez.
Te ama, tu padre, Felipe.